“El señor de las tijeras”
Lazarillo: Escuchen nobles señores,
presten toda su atención,
las coplas de este invidente
contarán lo que pasó.
Ciego: Fue a finales de diciembre,
¡qué disgusto nos dio!
sin aviso y de repente
una ley se promulgó.
El señor de las tijeras
con firmeza decretó:
“maestros y sanitarios,
¡a apretarse el cinturón!”
Rebajaron los salarios,
la jornada se aumentó,
y las ayudas sociales
al limbo las envió.
Redujeron las plantillas,
el empleo congeló,
y a centenares de interinos
al paro los condenó.
Lazarillo: Explicad a nuestra audiencia
¿Cuál fue la causa y razón
de tan drásticos recortes
que el funcionario sufrió?
Ciego: Una quiebra financiera
aquejaba a la Región
que el Señor de las Tijeras
malamente gestionó.
En negocio inmobiliario
derrochaba con fruición;
al reventar la burbuja
a funcionarios culpó.
¡Son vagos y aprovechados!
‒ con escándalo exclamó‒
y después les acusaba
de causar la “crispación”.
A las más grandes fortunas
ni un centavo las gravó;
y los empleados públicos
sufrirían el apretón.
Lazarillo: Mas decidnos, sin ambages,
en esta tribulación,
el sueldo del presidente,
¿en cuánto disminuyó?
Altos cargos y asesores,
¿en qué número bajó?
Y en gastos de propaganda,
¿Cuánto dinero se ahorró?
Ciego: Lazarillo, no seas cándido,
¡nada de eso se tocó!;
le clavaron la tijera
a Sanidad y Educación.
Los derechos laborales
que en otros tiempos pactó,
el Señor de las Tijeras
“por el forro” los pasó.
En escuelas y hospitales
se inició la rebelión;
multitudes desfilaron
en gran manifestación.
Muchas voces protestaron
con enorme indignación;
“con recortes no hay futuro
en esta querida Región”
Lazarillo: ¿No es verdad, Maese ciego,
que hubo una negociación,
y el Señor de las Tijeras
finalmente se ablandó?
Ciego: ¡Me sorprende Lazarillo,
cuán ingenua es tu opinión!
El Señor de las Tijeras
sus deberes incumplió.
Reunió a los sindicatos,
mas la ley no derogó;
treinta y siete euros y medio
es todo lo que ofreció.
“Como son tan peseteros
‒se conoce que pensó‒
les doy cuatro bagatelas
y el incordio se acabó”.
Y aunque a alguno, un tanto incauto,
este enjuague convenció,
el grueso de la Asamblea
se plantó y dijo que ¡No!.
Lazarillo: Se comenta en mentideros
de toda nuestra Región
que el Señor de las Tijeras
fuertemente se enojó
al escuchar las verdades
que este ciego recitó.
Narradnos, pues, con detalle,
¿qué fue lo que aconteció?
Ciego: Recibíase en el “Cañada”
tras la escenificación,
la visita inesperada
del Servicio de Inspección.
Los pertrechos del “delito”
con presteza investigó,
anotando a los culpables;
un acta se levantó.
Mas el claustro, con coraje,
sus derechos reafirmó;
contra semejante afrenta,
alzó la Constitución.
Y ocurrió que en la Asamblea
se produjo un gran clamor:
“si preguntan quién ha sido,
¡Fuenteovejuna, Señor!”
Lazarillo: ¿Y cómo acaba esta historia?
¿Quién escribirá el guión?
¿Será triste el desenlace
o triunfará la Razón?
Ciego: Este pobre, humilde ciego,
pese a su corta visión,
al vislumbrar el futuro
con certeza contempló
un oscuro panorama,
al descender la inversión
en colegios e institutos
con gran masificación.
Pero una luz de esperanza
en el cielo clareó:
los docentes resistían
con empuje y con tesón.
Estudiantes y familias
se sumaban a la acción;
es la sociedad entera
deteniendo la agresión.
Lazarillo: ¿Conseguirán en su lucha
alcanzar su aspiración:
salvar de un negro futuro
a la murciana Región?
A dúo: Y si ha sido de su agrado
esta representación,
con gran gusto aceptaremos
generosa donación. (Saludo al público, y pasar la gorra)
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